Esta semana se han batido todos los récords en llegada
de refugiados a Europa. La explicación es sencilla: las rutas, aunque cada
vez más largas y mortíferas, siguen abiertas. Los muros que Europa
construye aún no están terminados, ni se ha puesto en marcha la operación
para controlar militarmente la costa Libia. Los que huyen de las guerras
saben que esta es una oportunidad única y el próximo tren tal vez les obligue a
tomar aún más riesgos. Por eso aprovechan estas fechas. Es ahora o nunca
porque medios legales para entrar, ni existen ni se esperan.
LA GUERRA EN SIRIA
Siria está exhausta tras cuatro años de guerra. El país
quedó dividido en varios frentes. Jihadistas, facciones islamistas y remanentes
de lo que fuera el rebelde Ejército Libre Sirio se disputan el terreno, al
tiempo que se lo disputan a las tropas de Bashar al-Assad. Y ello con el
consiguiente movimiento forzoso de población.
Es la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra
Mundial, cuatro millones de personas malviven como refugiados en países vecinos
y ocho son desplazados internos. Hanna, vecina de Damasco, de 28 años, dejará
su país el 10 de septiembre. Tiene motivos: "Mi hija de cuatro años es
capaz ya de diferenciar entre el lanzamiento y la caída de un [proyectil de]
mortero. Quiero un futuro mejor para ella y para mí".
Hanna -pseudónimo con el que prefiere que se le nombre- es
licenciada en turismo. "Mi sueldo era de 150 euros, hoy se ha quedado en
un tercio", se lamenta. Mientras habla, retumban los bombardeos.
Bajo la guerra, 23 millones de sirios sufren también los
efectos de una economía marchita y embargada. "Estamos exhaustos -señala
esta damascena-. No es solamente afrontar la muerte a diario, ya sea por los
combates, los barriles bomba o los morteros. Es psicológicamente
insoportable." Los precios subieron entre un 300 y un 600%. La divisa
local se depreció de las 45 libras por euro del inicio de la guerra hasta las
actuales 280.
El fin de la guerra no parece asomarse. "No hay una
solución política o estrategia internacional para Siria", opina el
analista estadounidense Joshua Landis. "Tan sólo el repetido discurso de
«Al-Assad tiene que irse». Pero Estado Islámico (EI) y una oposición cada día
más islamizada no va a pararse a las puertas de Damasco si Al-Assad se
va", añade. Más optimista se mostraba este miércoles el presidente sirio,
que declaraba sentirse "confiado ante el apoyo de Rusia e Irán".
Pero tras perder a 50.000 hombres, Al-Assad admitió la falta
de efectivos para defender su país.
Tanto las negociaciones de Ginebra como las de Moscú cayeron
en saco roto, incapaces de sentar en una misma mesa al régimen y a la
oposición. Los rebeldes permanecen descoordinados, la oposición en el exilio
desconectada y el gobierno sirio anclado en su discurso de "lucha contra
el terrorismo".
Al tiempo que la vía política se estanca, la escalada bélica
prosigue. "Más, más grandes y mejores", dice Landis de la inyección
de armas en la guerra. Aprovechando los avances en las negociaciones nucleares
con Estados Unidos, Irán intenta impulsar junto con Rusia una tercera fase de
negociaciones.
Y el espacio aéreo se antoja cada día más frecuentado. La
aviación norteamericana bombardea posiciones de EI y comparte cielo con la
siria que ataca las zonas rebeldes. A ellos se sumaba el mes pasado la turca
que daba su primer paso para reducir el tránsito de jihadistas en su frontera,
al tiempo que bombardeaba a EI. Cuatro años después de desencadenada la guerra,
más de 230.000 sirios murieron, según activistas en el terreno. Barrios enteros
de la capital se vacían de jóvenes recién graduados, que escapan contratando a
traficantes para alcanzar Europa. Otros resisten, como Munir S.:
"¿Abandonarías a tu madre si está enferma? Siria está enferma, pero no
pienso irme y dejar mi casa a unos embrutecidos con barba".
HUNGRÍA
Esta semana de los récords también es la evidencia de muchos
fracasos. Fracasos locales, regionales y planetarios. La guerra civil en Siria,
una de las mayores 'fábricas' de hacer refugiados de la historia, no deja de
expulsar personas que huyen de la violencia. Más de cuatro millones de
almas huyendo de los bombardeos de Asad o de las matanzas del Estado Islámico.
Todos los agentes que deberían haber trabajado para detener el conflicto o no
lo hicieron o contribuyeron a alimentarlo aún más. El resultado se palpa en las
fronteras de Europa: En Hungría, cada día que pasa se baten las marcas del
día anterior. 2.000 personas, la mayoría sirios, entraron el 25 de agosto. Al
día siguiente eran 2.533. Hasta que la ruta se cierre con el muro que construye
el gobierno de Viktor Orban en Hungría, intentarán pasar muchos más.
ISLAS GRIEGAS
Otra ruta peligrosa, pero aún posible es la de las islas
griegas. Samos, Kos o Lesbos son accesibles desde la frontera turca en pequeñas
lanchas. No están demasiado lejos, pero su mayor facilidad incrementa el
precio para las mafias. 160.000 personas, más del 60% sirios, han llegado por
esa vía desde enero hasta julio. Esta misma semana han llegado casi
25.000, nuevo récord. lo que supone casi la mitad de todos los llegados en
2014, cuando las patrulleras griegas recibían las órdenes del gobierno del ex
primer ministro Samaras de impedir a esas embarcaciones que llegaran a suelo
griego.
LIBIA
La tercera gran ruta abierta, la de Libia, también
evidencia otro fracaso: el de estabilizar un país después de la revolución del
17 de febrero de 2011 contra Gadafi, apoyada desde el aire por los bombardeos
de la OTAN. Hoy Libia es estado fallido, sucursal yihadista y sumidero de otros
fracasos más antiguos, como el de Somalia, con 26 años de incansable guerra
civil; como el de Eritrea, con un tercio de población en el exilio
consecuencia de la última dictadura estalinista del África; como el de Sudán
del Sur, que encadena conflictos étnicos y hambrunas desde los años 60,
como Nigeria y su califato de Boko Haram; como la olvidada República
Centroafricana, con sus matanzas religiosas que la misión de Naciones Unidas no
es capaz de detener. Y qué decir de Irak oAfganistán.
Todos los conflictos africanos rebosan en la costa de Libia,
en el territorio entre Zuwara y Misrata, donde los traficantes de personas,que
ya han captado a sus víctimas en grandes nudos migratorios como Agadez (Níger),
Tamanrasset (Argelia) o Jartúm (Sudán), estabulan a estas mismas personas como
si fueran ganado en barcos de fortuna cada vez más sobrecargados a precio de
crucero de lujo en el primer mundo. Más de 120.000 personas han llegado a
Italia por esa vía, que también es la más mortífera. Hasta el momento se
han dejado la vida en el Mediterráneo 2.373 almas, una cifra que quedará
anticuada en unas horas con el naufragio de otro pesquero que se ha producido
este jueves, con cientos de personas a bordo. Este miércoles, el buque Dignity
I, fletado por Médicos Sin Fronteras, rescataba a 303 refugiados en un
barco y encontraba a 52 muertos dentro de la bodega. Hasta este momento, la
ONG ha salvado de morir en el mar a 11.482 personas.
Es verano y el buen tiempo facilita la navegación. Esa es
otra de las razones de la llegada masiva de personas en esta ruta. Pero si la
Unión Europea lleva a cabo su idea de bombardear en la costa libia las bases de
las mafias, y la ruta queda cerrada, los refugiados de estos conflictos
buscarían otra travesía, aunque fuera todavía más peligrosa. Es lo que llevan
haciendo desde hace años.
Actualmente Europa responde a esta realidad con
muros: la reforzadísima valla de Melilla, el que construye Hungría, la muralla
de alambre de espino que separa Grecia y Turquía en Erdine, la verja entre
Bulgaria y Turquía en Lesovo...
EN BUSCA DE NUEVAS RUTAS
Cada vez que se cierra una ruta, otra, más peligrosa que la
anterior, se abre. Y actualmente hay 16 millones de personas huyendo de
conflictos en todo el mundo según ACNUR, el récord absoluto. En los 90 llegaron
las travesías migratorias de cayucos desde Mauritania y Senegal, luego las
pateras en el estrecho, desde el año 2005 llevamos viendo saltos masivos en la
valla de Melilla, ahora casi imposible de superar, recientemente vivimos la
tragedia del Tarajal de Ceuta... Siempre hay otro lugar por el que viajar para
los desesperados.
La costa de Túnez está muy controlada por su gobierno, igual
que la de Egipto. Si se cierran Grecia, Libia y Hungría, ¿cuál será el
siguiente camino hacia Europa?
Artículo obtenido de http://www.elmundo.es/ y http://www.lanacion.com.ar/
(El contenido de este post no es propiedad de EL BLOG
INCÓMODO y ha sido tomada para contribuir a la divulgación de información útil para
los ciudadanos)